Todos estamos hechos de la misma masa

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domingo, 26 de diciembre de 2010

El integrismo religioso: licencia para segregar y para medrar

¿Cuántos conflictos se habrían evitado de no existir el fanatismo religioso?

La religión, las religiones en general, han sido utilizadas desde tiempo inmemorial por determinados sujetos ambiciosos y parásitos como excusa para medrar y dominar. Desde los sumos sacerdotes de las culturas antiguas hasta los santones, curanderos e iluminados de hoy en dia. Lo peor de todo es que creo que en demasiados casos se lo han creido o se lo creen muchos de ellos mismos. Es decir, no son conscientes del todo de que se están sirviendo de la credulidad ajena para "ponerse las botas", esto es, para saciar sus apetitos. Apetitos de todo tipo: sexuales, financieros, culturales, etc. etc.

Creer que existe un ser superior al hombre, una deidad, es algo muy arraigado en el ser humano. Hay cientos, miles, de estudios de este fenómeno desde todas las perspectivas. Por ello, no trataré de tocar aquí la causalidad ni el origen de esa creencia sino solamente divagar un poco sobre sus efectos.

Resulta curioso que la asunción de la existencia de una deidad sea ajena al nivel cultural y a cualquier otra condición del ser humano. Ser un integrista religioso, de cualquier religión, no parece estar correlacionado con un nivel de inteligencia, ni con una cultura, ni con un nivel de formación. En cualquier clase social, ascendencia, nivel económico, cultura, se encuentran personas que condicionan su existencia y sus comportamientos a la supeditación a un ser supremo y sus reglas. Esto, que en sí mismo no tiene por qué determinar ningún riesgo para sí mismo ni para los demás congéneres, termina siendo con gran frecuencia una excusa para someter a los demás y, lo que es peor, una autoexculpación para abusos maldades de todo tipo. No he entendido nunca y sigo sin entender el proceso mental que se desarrolla en una persona para sentirse elegido para "guiar" a sus congéneres en un determinado sentido. Me he preguntado muchas veces si los clérigos, sacerdotes, brujos, chamanes, ayatolás y demás "elegidos" son conscientes de "tener ombligo" y por tanto de ser ni más ni menos que iguales a sus vecinos y coetáneos. Evidentemente no, se consideran superiores, llamados o convocados por su dios. Me parece que, salvo contadas excepciones, "se lo creen", o sea, no son conscientes de su falsedad y su impostura.

Lo cierto es que en todas las épocas del devenir de la humanidad ha habido indivíduos de estos que han vivido por encima de los demás. Han vivido, además, mejor que los demás, mejor alimentados, mejor tratados e incluso venerados por muchos. Desde los sumosacerdotes de épocas remotas que se comían los mejores corderos y animales sacrificados en honor a los dioses y desvirgaban a las doncellas, pasando por los misioneros que cumplían las consigna sagrada de evangelizar a los indios, hasta llegar a los dirigentes espirituales de hoy día en cualquier religión sobreviviente, lo que comparten con certeza es la circunstancia de vivir sin trabajar, no producir bien tangible alguno y gozar de unos privilegios que el resto de los mortales no tienen.

Seguramente no todo ha sido negativo o perjudicial entre los efectos de las religiones. Posiblemente en ciertos sujetos la religión ha supuesto el fundamento de una conciencia solidaria y altruista. No obstante, el saldo visto con perspectiva histórica, es muy negativo. Detrás de la mayoría de los conflictos, guerras, diferencias, trifulcas, segregación, maltrato y odio han estado las religiones.