No era difícil acertar y acerté. En mi anterior divagación pronostiqué que en pocos dias saldría a la luz algún caso de corrupción del PSOE y así ha sido. El director de la Fundación IDEAS (que vaya Vd. a saber para qué sirve) se inventa un pseudónimo para "pagarse a sí mismo" unos 60.000 euros de los fondos de esa Fundación que él mismo dirige. No le falta tiempo a Rubalcaba para declarar que "no es lo mismo". Claro que no lo es, cada caso de corrupción tiene sus mecanismos. Lo que siempre es lo mismo es que políticos que disparan con pólvora ajena (el dinero de todos nosotros) lo malversan, lo roban, se lo quedan, se lo pasan a sus parientes, etc. para enriquecerse.
Ha pasado poco más de un año desde la llegada al poder de otro partido y ya no hay político que hable de la prescindibilidad de las Diputaciones ni de la inutilidad del Senado. Dejan claro así que a ninguno de ellos, de ningún partido, les interesa cerrar esos cementerios de elefantes en el que "desembarcar" a cargos deselectos y colegas despoltronados. Ello a pesar de que para ese fin bien les vino las instituciones europeas a las que enviar a tantos como a Almunia, por ejemplo, que por muy capaces que sean, cayeron en desgracia políticamente hablando. Algunos de ellos para que, aprovechando el sillón que allí ocupan y el altavoz del que disponen, emitan un SOS por la posible acción militar que el gobierno de España pudiera acometer en Cataluña si ésta se declarase independiente.
Lo peor es que estas prácticas no son exclusivas de los políticos. Cualquier persona que haya trabajado en un cierto nivel en grandes empresas: banca, industria y todas sin excepción, sabe de los pagos "encubiertos", de los sobres, de las dietas, de las comisiones y sobresueldos en B, de los viajes exóticos, de los kilometrajes y hasta de las multas de tráfico que la empresa les paga. Los perceptores, lejos de sentirse anómalamente remunerados se creen merecedores de aún más y se comparan con otros de otras corporaciones que con peor expediente académico que ellos (cuando lo tienen) ganan aún más.
Aquí tengo que enlazar con lo que hace poco escribí sobre la adscripción humana, ese instinto gregario y esa compulsión a la pertenencia que irracionaliza al ser humano. Esos privilegiados se identifican entre ellos y refuerzan interactivamente sus conductas. Terminan compitiendo con los otros de los que consideran de su élite para percibir igual o más que ellos. De ningún modo miran hacia atrás para comprobar que la gran mayoría de sus compañeros (mandos intermedios inferiores, trabajadores, empleados, funcionarios) tienen ombligo igual que ellos. Esto es, son igual de humanos y no necesariamente menos preparados, ni cualificados, ni menos titulados.
jueves, 24 de enero de 2013
domingo, 20 de enero de 2013
LA CORRUPCION COMO ARMA ARROJADIZA
Ya he
escrito alguna vez que en política casi nada o nada es casual. Todo lo
calculan milimétricamente personas que no tienen otra cosa que hacer más que
eso.
Es cuando
menos curioso que unos comportamientos corruptos de líderes catalanes o
próximos a ellos salgan a la luz en los medios y sean voceados justamente
coincidiendo con los derrotes independentistas de políticos catalanes.
Tanto los manejos de los hijos de Pujol, como los de UNIO DEMOCRATICA, el
pardido de Durán y Lérida, se vienen produciendo desde hace decenas de años. No
son fortunas que se hayan amasado de cinco años para acá. ¿Por qué se
destapan precisamente ahora?. Alguien debe estar moviendo, apostado tras una esquina
para no ser visto, voluntades e influencias
para que esos asuntos salgan a la luz o se reaviven.
Tampoco
puede ser casualidad que a los varios años de destapado el caso Gurtel y los
manejos de Bárcenas sea ahora cuando se reactivan y vuelven a ocupar las
primeras planas. Apostaría que en pocos dias se va a ver
reactivado algún caso de corrupción del PSOE. Lo mismo puede ser el caso Faisán
que los encuentros de Pepiño Blanco o cualquier otro. No sé hasta qué punto esto que ocurre en
España desde siempre ocurre igual en otros paises avanzados. Desde siempre porque basta recordar los
tiempos de Felipe González con los manejos de fondos reservados, empresas
interpuestas para financiar bajo cuerda al partido, etc. etc.
Como estupefactos
espectadores de todo ello estamos los ciudadanos. Los políticos se tiran a la
cabeza los trastos en forma de abusos y corrupciones y el final de la pelea es
siempre parecido, aparentan que alguno cae y vuelven a su tácito acuerdo de hacer
la vista gorda unos con los otros. En
qué cabeza cabe que esos capitales en cuentas en Suiza o en paraisos fiscales
son de un político concreto. La
democracia moderna se basa en el dinero, en la capacidad de comprar voluntades
y votos, en la intensidad y alcance de sus campañas publicitarias. Todo ello será tanto más realizable cuanto más
dinero se tenga. Personas de toda la
confianza del lider o líderes medran y trampean para acumular fortunas que
garanticen esa capacidad de comprar y de publicitarse. Seguramente no hay partido en España que esté
fuera de esa dinámica.
sábado, 5 de enero de 2013
Lo irracional de la adscripción humana
Nos
definimos tradicionalmente comos seres racionales distinguiéndonos así del
resto de animales del planeta a los que colocamos en un estatus inferior como
seres irracionales. Esta dualidad hace tiempo que carece de sentido y no
refleja la realidad. El ser humano también ve dirigidos muchos de
sus comportamientos por impulsos, instintos, apriorismos y pasiones o atracciones.
Uno de esos comportamientos es la adscripción, la identificación y la
elección de un grupo del que sentirse parte.
Ocurre
con todo tipo de afiliaciones y adhesiones. Tanto en el deporte, como en
la política, en la religión y hasta en asociaciones lúdicas es frecuente ver la
incondicionalidad del postulante. Basta recordar frases como "Viva er Beti
manque pierda", "Somos los mejores", "Yo es que soy de
ZP", "Totus tuus" para constatar que son muchos los que se
autoetiquetan como pertenecientes a un grupo, credo o afición y lo llevan como
algo inamovible, indudable, defendible ante cualquier evidencia o crítica
fundamentada.
Ocurre
hasta con marcas de vehículos, ropa, perfumes y cualquier otro objeto de
consumo. Los publicistas lo saben bien y echan mano de ese irracional
sentido de pertenencia para crear eslóganes como el de "Soy de la Mutua" por ejemplo.
Establecido
el vínculo, al postulante le da igual que el líder, líderes o miembros de su
grupo o tendencia cometan abusos, se equivoquen, fallen, pierdan una
competición y hasta que delincan. El adscrito parece cegarse ante
cualquier circunstancia o evento que degrade o ponga en evidencia a su líder, grupo,
equipo, partido, credo, club o asociación.
La
faceta social del animal humano le transciende.
Se superpone sobre la propia identidad del indivíduo, anulándola.
Una
expresión antes citada: "Somos los mejores" es un claro ejemplo de autohalago siempre
absurdo e inconsistente. Valdría clamar
en un grupo "Hemos sido los mejores", pero ningún indivíduo ni grupo
puede superar a los demás de forma definitiva ni perenne. Estas exclamaciones estúpidas cobran especial
invalidez cuando las grita alguien que realmente no está implicado en el logro
del que se vanagloria. Caso claro es el
fútbol, cuando el seguidor se exalta en la grada con ese grito "Somos los
mejores".
Estas
adscripciones irracionales no son particularmente peligrosas cuando se trata de
equipos deportivos, marcas de bienes de consumo, y otras pero se convierten en provocantes
de conflictos, confrontaciones y hasta guerras cuando se circunscriben a
religiones, nacionalidades, etnias, ideologías y muchas otras.
Es
en la educación de los niños, en los medios de comunicación, en los líderes
ideológicos y políticos del mundo entero en los que reside el inicio de la
solución a este originador de problemas en todos los órdenes.
viernes, 4 de enero de 2013
El egocentrismo del coleccionista
Mi
experiencia entre coleccionistas me lleva a constatar en muchos de ellos un
alto grado de egocentrismo, superior a la media. Es
una especie de ensimismamiento que en algunos casos
asemeja un cierto grado de autismo.
Quizás sea general que cualquier actividad que exija un alto nivel de dedicación y ejerza una fuerte atracción provoque en el que la ejerce esas
actitudes. Veo a coleccionistas que más que admirar
lo de otros se limitan a exhibir
lo suyo. Los hay que se les
tensa el rostro cuando ven el objeto de valor del otro.
Como si les “doliera” que ese otro posea algo superior o comparable con lo
suyo. En los corros de convivencia y comidas no es raro apreciar
retracción e incomunicación en ellos. Tanto más cuanto más o mejor colección
posee el interlocutor o interlocutores. Si el tema de conversación no es sobre la afición común, no
intervienen ni se interesan. Sólo les interesa hablar de lo suyo. Presentan
locuacidad cuando dan consejos, advertencias o consignas a cualquiera que
parezca poseer menos que él y cuando narran sus logros en lo relativo a la afición compartida.
¿A
qué puede deberse este tipo de comportamiento?. Bien podría ser que el poseedor
de cualquier bien valorable, desde una moto clásica hasta un perro de pura
raza, pugna por hacer de él un refuerzo a su propia imagen. Una
cataplasma contra su propia inseguridad y complejos.
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