Me tocó vivir hasta edad adulta en
la dictadura de Franco y puedo comparar los miedos que ahora siento con los que
sentía entonces.
Empezando por la paradoja adelanto
que la diferencia principal, si no la única importante, que encuentro entre mis
atrevimientos de ahora y los de entonces es que ahora puedo meterme con
cualquiera o cometer depende qué infracción que mi derecho a la integridad
física y a la defensa jurídica se van a ver respetados. Puedo decir o publicar
por cualquier medio que el presidente del gobierno es un ladrón o que el jefe de
policía de mi ciudad tiene connivencias con delincuentes. SI el aludido no me
denuncia por calumnia nada me va a pasar. No me van a hacer pasar una noche en
comisaría después de darme una paliza con guantes de boxeo que no dejan huella.
Por lo demás, la capacidad represiva de los gobernantes sigue siendo inhibidora
de libertades y privadora de derechos.
Yo personalmente me he visto ya
alguna vez, ¡en plena democracia!, atosigado, anonadado y sancionado
arbitrariamente por algún agente de la autoridad. Sé de otros muchos a los que
les ha sucedido lo mismo.
Un policía local te puede parar en
plena calle, pedirte toda clase de papeles y "meter la mano" en tu cajón para
quitarte dinero que tú has sudado. Todo ello sin atender a tus argumentos y sin
mirarte siquiera a los ojos ni escucharte.
Ya me pasó en pleno centro de
Sevilla cuando un policía local se empeñó en multarme por algo tras pedirme la
documentación del coche y encontrar la ITV vencida 20 dias antes. Se trataba de
un vehículo clásico, de museo, que sale a la calle tres veces al año y que
precisamente iba al taller para la revisión pre-ITV cuya cita para el dia
siguiente le mostraba sin que la mirara. Como tampoco miró los documentos que
acreditaban que el retraso no era por dejación mia sino por retraso de varias
semanas de la
Consejería de Industria de la Junta de Andalucía para su presentación
en la ITV.
No hablemos de los embargos en
cuentas bancarias. Impunemente y sin mediar más comprobación ni contraste los
organismos públicos de todo tipo, desde Hacienda hasta los ayuntamientos y
diputaciones envian a los bancos grandes ficheros con embargos a cuentas que las
entidades tienen, por ley, que bloquear en las cuentas de sus clientes.
Así es que el poder, sea cual sea su
ascendencia, su legitimidad y su longevidad, se atribuye capacidades que hacen
que los gobernados estén oprimidos y sean sumisos. Al igual que en las peores
dictaduras autocráticas el poder electo (supuestamente) se cree con patente de corso
para cometer toda clase de arbitrariedades, abusos y prevalencias. "Hacienda
somos todos" nos adoctrinaban gobiernos electos anteriores. Es un eslógan que ya
ni se atreven a utilizar. Cómo van a hacerlo (aunque vergüenza evidentemente no
sienten porque no la conocen) tras las evidencias de corrupciones, sobresueldos, contabilidades B,
financiaciones irregulares de los partidos, enchufismos, ERES, y tantas y tantas
atrocidades éticas.
Se repite en mi mente el eslógan tan
coreado cuando el 15M que decía "Le llaman democracia y no lo es". Pocas
verdades tan gruesas se han dicho en los últimos años. Las democracias modernas
hacen agua. Ni idea sobre qué arreglos y remiendos tendrán que hacer pero lo
que veo claro es que esto no puede seguir así.