Todos estamos hechos de la misma masa

Todos estamos hechos de la misma masa

martes, 17 de agosto de 2010

SOBRE NUESTRO CEREBRO Y EL DE TODOS LOS DEMAS ANIMALES

Largo tiempo lleva la ciencia intentando dirimir la forma en la que se producen el comportamiento, las tendencias, las emociones, los afectos y demás respuestas de los seres humanos. Tanto tiempo como se lleva tratando de sopesar si es el ambiente o la herencia lo que más influye. Salomonicamente, lo último es afirmar que ambas cosas por igual. La interacción de ambas. Seguramente esto sea lo cierto. Pero en qué forma, cómo se produce esa interacción. No cabe dudar que el centro de control es el cerebro. Otros órganos intervienen, unos más que otros. Posiblemente intervengan todos, desde las glándulas hasta el corazón, pero todos a través del cerebro. Todos envián y reciben señales a/del cerebro. Ese conjunto de señales internas, y externas determinan las respuestas del individuo, motrices, emocionales, empáticas, sociales y de conceptualización e ideología.

Cuál es entonces el papel de lo heredado en todo ese repertorio. El cerebro recibe y acoge desde el inicio de su desarrollo fetal un extenso conjunto de información y de apriorísticos que conforman una base plástica enormemente modeable. Esta capacidad es intrínseca al órgano y se mantiene durante toda su existencia. A diferencia del resto de órganos del cuerpo, el cerebro nunca está acabado, sus conexiones se están rehaciendo permanentemente. De la misma manera que es intrínseco al corazón el latir y toda su existencia sigue latiendo, el cerebro se está conformando y adaptando permanentemente. Las pulsaciones son al corazón como la plasticidad es al cerebro, si bien con el paso del tiempo, cual la arcilla o la plastilina, pierde maleabilidad y propiedades plásticas, como si se endureciera o resecara.

Esa masa se forma con unas características diferenciales y las tiene para siempre. Ahí es donde los genes juegan su papel, aportando un conjunto de características, propiedades y predisposiciones. Del mismo modo que la plastilina, previamente a la forma que vaya adoptando, presenta un color, una textura, un cierto nivel de blandura, unas cualidades, el cerebro parte con las suyas.

Por lo tanto, cuando el ambiente, las experiencias y los estímulos externos e internos van siendo procesados por los sentidos y en última instancia por el cerebro, éste se va amoldando en consecuencia. Esta dinámica de procesamiento, emisión de respuesta y moldeamiento se mantiene toda la vida. Es como una espiral sin fin que nunca se cierra. La separación entre sus líneas, la velocidad de giro, y demás propiedades serían el equivalente a lo que la genética aporta.

Podría decirse que lo que la genética aporta al comportamiento, entendiendo éste en su sentido más amplio, es un extenso conjunto de "predisposiciones" o "cualidades".

Basándose en las capacidades que esas cualidades heredadas le proveen, el cerebro está permanentemente adecuando sus conexiones y su funcionamiento en pos de LA >"MEJORVIVENCIA".

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