Todos estamos hechos de la misma masa

Todos estamos hechos de la misma masa

domingo, 31 de octubre de 2010

El lenguaje, ¿instrumento de dominacion?

En distintas ocasiones he tenido la impresión, incluso la certeza, de que el lenguaje es utilizado como instrumento para la opresión y hasta para la dominación. Se sirven de él como un arma más políticos, científicos, mandamases y presuntuosos en general.

Qué entenderá y qué pensará un ciudadano de a pie, pero de a pie con calzado made in china de 10 euros el par (sin infravalorar a nadie), cuando oye a un ministro de industria, por ejemplo, pregonar que va a poner el énfasis en el I+D+I. O qué cuando al final de un anuncio en TV un slogan con voz solemne lo cierra con un Aus Liebe zum Automobil (Por amor al automóvil) que lucía la Volkswagen o un Passion for life de otro producto. Se quedará igual, supongo, o incluso le puede quedar la subconsciente impresión de que ese producto "le supera", es un producto extranjero fantástico.

Recuerdo casos bien distintos de utilización de "impronunciables" y/o "ilegibles". Por ejemplo, M&M, marca superpublicitada de chucherías. Me da a mi que no ha logrado nunca implantarse en España porque al español de a pie le es muy difícil de recordar y de pronunciar. ¿Se imagina Vd., estimado conciudadano de a pie, a una buena señora de barrio periférico o de barriada rural (de nuevo sin menospreciar a nadie) pidiendo un EmanEm en una tienda y, mucho menos, siendo capaz de enlazar la imagen visual de los grafos con su sonido leido en su idioma?. Aún peor si tenemos en cuenta que el carácter sajón & (ampersand) no existe para nada en el español y la mayoría de los hispanohablantes no sabe que es equivalente a la conjunción copulativa "y". Errores de los asesores comerciales y de marcas.

Otro caso bien distinto fué el de "Mister Proper" si bien esta marca en idioma inglés no es para nosotros ni impronunciable ni ilegible. Se pronuncia en español tal cual se lee. Arraigó en la memoria de los consumidores y se hizo tremendamente popular. Nunca he sabido por qué años después la tradujeron y cambiaron por "Don Limpio". Precisamente a esta que ya estaba implantada.

En mi último viaje a Cuba, en 2007, me llamó la atención algún que otro cartel, estables unos y provisionales otros. Estaban en visperas de elecciones locales y recuerdo carteles en portales o en las calles dando indicaciones, divulgando consignas o llamando a la participación. En ellos era frecuente encontrar siglas y acrónimos ininteligibles para mí. Posiblemente no lo fueran tanto para el cubano pero apostaría que también para muchos de ellos supondría una sumisa asunción de la ignorancia propia y de la superioridad de quien los utiliza. Hasta el propio nombre de la moneda cubana para extranjeros debe "asustar" un poco a los oriundos: "CUC" (cubano convertible).

En otro orden de cosas cabe hacer cita de la utilización de ciertas palabras que aún siendo del propio idioma son de poco uso e incluso desconocidas para una mayoría. Sirva de ejemplo la afortunada mención de Felipe González a tal palabra cuando dijo aquello de "sin acritud".

En la antigüedad hubo culturas que veían en la palabra una evocación directa del objeto, identificaban a un ser, a un ente con la palabra que los designa. Así, la cultura hebrea, no pronunciaba en su lengua la palabra Dios sino una alusión indirecta "Yahvé" (el que es) y que me disculpen los hebreohablantes si no está bien escrita. Han pasado siglos o milenios desde esas creencias pero aún sigue quedando en la mente humana resquicios de ello. El nombre de algo, la secuencia de sonidos que lo evocan o identifican son, en alguna medida, aún para nosotros ese algo en sí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario