Todos estamos hechos de la misma masa

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viernes, 4 de enero de 2013

El egocentrismo del coleccionista



Mi experiencia entre coleccionistas me lleva a constatar en muchos de ellos un alto grado de egocentrismo, superior a la media.  Es una especie de ensimismamiento que en algunos casos asemeja un cierto grado de autismo.  Quizás sea general que cualquier actividad que exija un alto nivel de dedicación y ejerza una fuerte atracción provoque en el que la ejerce esas actitudes.  Veo a coleccionistas que más que admirar lo de otros se limitan a  exhibir lo suyo.  Los hay que se les tensa el rostro cuando ven el objeto de valor del otro. Como si les “doliera” que ese otro posea algo superior o comparable con lo suyo.   En los corros de convivencia y comidas no es raro apreciar retracción e incomunicación en ellos.  Tanto más cuanto más o mejor colección posee el interlocutor o interlocutores.  Si el tema de conversación no es sobre la afición común, no intervienen ni se interesan. Sólo les interesa hablar de lo suyo. Presentan locuacidad cuando dan consejos, advertencias o consignas a cualquiera que parezca poseer menos que él y cuando narran sus logros en lo relativo a la afición compartida.


¿A qué puede deberse este tipo de comportamiento?. Bien podría ser que el poseedor de cualquier bien valorable, desde una moto clásica hasta un perro de pura raza, pugna por hacer de él un refuerzo a su propia imagen.  Una cataplasma contra su propia inseguridad y complejos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

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