Todos estamos hechos de la misma masa

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jueves, 24 de enero de 2013

LISTOS COMO EL HAMBRE

No era difícil acertar y acerté.  En mi anterior divagación pronostiqué que en pocos dias saldría a la luz algún caso de corrupción del PSOE y así ha sido.  El director de la Fundación IDEAS (que vaya Vd. a saber para qué sirve) se inventa un pseudónimo para "pagarse a sí mismo" unos 60.000 euros de los fondos de esa Fundación que él mismo dirige.  No le falta tiempo a Rubalcaba para declarar que "no es lo mismo".  Claro que no lo es, cada caso de corrupción tiene sus mecanismos.  Lo que siempre es lo mismo es que políticos que disparan con pólvora ajena (el dinero de todos nosotros) lo malversan, lo roban, se lo quedan, se lo pasan a sus parientes, etc. para enriquecerse.  

Ha pasado poco más de un año desde la llegada al poder de otro partido y ya no hay político que hable de la prescindibilidad de las Diputaciones ni de la inutilidad del Senado.  Dejan claro así que a ninguno de ellos, de ningún partido, les interesa cerrar esos cementerios de elefantes en el que "desembarcar" a cargos deselectos y colegas despoltronados.   Ello a pesar de que para ese fin bien les vino las instituciones europeas a las que enviar a tantos como a Almunia, por ejemplo, que por muy capaces que sean, cayeron en desgracia políticamente hablando. Algunos de ellos para que, aprovechando el sillón que allí ocupan y el altavoz del que disponen, emitan un SOS por la posible acción militar que el gobierno de España pudiera acometer en Cataluña si ésta se declarase independiente.  

Lo peor es que estas prácticas no son exclusivas de los políticos.  Cualquier persona que haya trabajado en un cierto nivel en grandes empresas: banca, industria y todas sin excepción, sabe de los pagos "encubiertos", de los sobres, de las dietas, de las comisiones y sobresueldos en B,  de los viajes exóticos, de los kilometrajes y hasta de las multas de tráfico que la empresa les paga. Los perceptores, lejos de sentirse anómalamente remunerados se creen merecedores de aún más y se comparan con otros de otras corporaciones que con peor expediente académico que ellos (cuando lo tienen) ganan aún más.   

 Aquí tengo que enlazar con lo que hace poco escribí sobre la adscripción humana, ese instinto gregario y esa compulsión a la pertenencia que irracionaliza al ser humano.  Esos privilegiados se identifican entre ellos y refuerzan interactivamente sus conductas.  Terminan compitiendo con los otros de los que consideran de su élite para percibir igual o más que ellos.  De ningún modo miran hacia atrás para comprobar que la gran mayoría de sus compañeros (mandos intermedios inferiores, trabajadores, empleados, funcionarios) tienen ombligo igual que ellos. Esto es, son igual de humanos y no necesariamente menos preparados, ni cualificados, ni menos titulados.  

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